7/6/11

"Solo en la poesía es posible buscar y encontrar la libertad". Giusseppe Ungaretti


La experiencia poética es exploración de un particular continente del infierno, y la realización del acto poético provoca y libera, a cualquier costo, la sensación de que solo en la poesía es posible buscar y encontrar la libertad. Continente de infierno, he dicho, a causa de la singularidad de la sensación de no ser como los otros, sino algo aparte, como un condenado, como bajo el peso de una responsabilidad especial: la de descubrir un secreto y revelarlo a los demás. La poesía es descubrimiento de la condición humana en su esencia, la de ser un hombre de hoy, pero también un hombre fabuloso, como un hombre expulsado del Edén. El verdadero poeta sabe que en su gesto de hombre está prefigurado el gesto de antepasados desconocidos; que es imposible remontar en la sucesión de los siglos y más allá todavía, en los orígenes oscuros.

Hay que decirlo: es inmenso lo que los poetas y los artistas han hecho y se han obstinado en hacer desde el romanticismo a nuestros días. Han sentido el envejecimiento del idioma y el peso de los milenios que llevan en su propia sangre; le han restituido a la memoria su medida de angustia y, al mismo tiempo, mediante esfuerzos crueles y obstinados, han adquirido el poder de darle la libertad de que se emancipe a sí misma en el mismo grado que la afirman.

Solo la poesía –lo sé, lo he aprendido de manera terrible, únicamente la poesía puede recuperar al hombre, aun cuando la mirada se percate, ante la aglomeración de las desgracias, de que la naturaleza domina a la razón y de que el hombre está poco regulado por la propia obra y mucho más a merced del Elemento.

No sé si la poesía puede definirse. Creo y profeso que es indefinible, y que ella se manifiesta en los momentos de nuestra palabra, cuando aparece en su verdad más humana lo que más queremos, lo que más nos ha inquietado y agitado en nuestros sentimientos y pensamientos, lo que pertenece más hondamente a la razón misma de nuestra vida; cuando aparece esa vibración que parece superar la fuerza del hombre, que no es resultado directo de tradiciones ni de estudio, aunque constantemente se nutra de éstos. La poesía es, por lo tanto, un don, como se la considera comúnmente, o mejor dicho, el fruto de un momento de gracia, el cual se espera casi siempre con paciencia y desesperación, sobre todo en las lenguas que cuentan con una vieja cultura. Los modos de la poesía son, pues, infinitos, tantos como los poetas del pasado, de hoy y del futuro.

Desde mis primeras experiencias –vividas en las tremendas condiciones de la trinchera, cuando la proximidad de la muerte me obligaba a pensar solo en la verdad de la vida, comprendí bien estas cosas, y me he esforzado, mediante mis estudios y hallazgos en materia poética, a enseñar que todo poeta, para ser tal, debe poseer también un cierto carácter de anonimato, que le impida parecer extraño a un ser humano. Toda poesía verdadera resuelve milagrosamente la contradicción de ser singular, única, anónima y universal.
           
Me parece que, en todas partes, la poesía obedece a un mismo movimiento de evolución. Sin embargo, cada lengua tiene que respetar su propio espíritu. Para tener alguna duración, vuelvo a decirlo, cada poesía debe derramarse en el misterio del ser; debe ser nueva, universal y auténtica; reconquistar su libertad más allá de las condiciones temporales y espaciales, aunque no pueda sustraerse al hecho de que el hombre está inmerso en la historia y de que, por consecuencia, una lengua muestre un envejecimiento histórico que no puede interrumpirse, que vive en nuestra sangre y en nuestra conciencia, en constante movimiento y diversidad.

Toda obra nueva trae al mundo una revolución, si dicha obra posee un valor indiscutible. Alumbra una parte que se hallaba a oscuras, una parte que el público nunca comprende de inmediato. Es preciso que la leyenda y los comentarios la conviertan en algo familiar. Cada obra nueva reclama una enseñanza, una divulgación, una aureola mítica. Pero sería un error que un gran artista no hiciera lo posible para ser comprendido pronto por la mayor parte de la gente. Sería absurdo escribir sin pensar en un lector, en el mayor número de lectores. Jamás ha existido divorcio entre el público y el artista. Las dificultades son de otro tipo.

La misión de la poesía ha sido siempre la de afirmar la integridad, la autonomía y la dignidad de la persona humana. Si llegara el día en que ella venciera su batalla; si llegara a salvar finalmente al alma humana; si un día, con la unidad de las creencias, todos admitieran la primacía del espíritu como regla fundamental de toda sociedad, la poesía vencería su batalla, y las dificultades morales, que tan trágicamente han dividido a la humanidad, desaparecerían para siempre.

                                                                                                                     
           SI TÚ MI HERMANO


Si tú volvieras a mi encuentro vivo,
Con la mano extendida,
Aún podría,
Nuevamente en un arrebato de olvido, apretar,
Hermano, una mano.

Mas de ti, de ti no me envuelven más
Que sueños, visiones,
Los fuegos sin fuego del pasado.

La memoria no desarrolla más que imágenes
Y para mí mismo yo mismo
Tan solo soy
La nada que aniquila el pensamiento.

1 comentario:

  1. Creo que la poesía debe ser la expresión de cualquier sentimiento del ser humano hacia cualquier cosa o persona.

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