1/6/11

La humanidad debe su crecimiento a la juventud que impulsa el cambio


"Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida".

Henrik Johan Ibsen

A medida que los años pasan, que vamos tomando conciencia del sentimiento trágico de la vida al que se refería Unamuno, el conformismo, la contemplación, el aceptar nuestro destino como algo ya planeado o definido por alguien más, las certezas de nuestra perenne incertidumbre y de nuestro destino manifiesto, van echando raíces en nuestra manera de concebir la existencia.

Así, pocas cosas nos conmueven o nos provocan. El recuerdo de los tiempos idos, como si estos no fueran aún nuestros tiempos, nos domina. Salir de nuestra zona de confort y de crítica se vuelve, momento a momento, impensable.

Los acontecimientos recientes en España, Chile o el mundo árabe, donde la espontánea rebeldía de una juventud deseosa de cambios, de remover lo anquilosado, de hallar nuevas utopías, de exigir ser tomada en cuenta, llaman poderosamente mi atención, en un mundo o por lo menos en mi mundo, donde la melancolía y la apatía son sinónimos de vida.

Sin conocimiento de causa, las reacciones dicen mucho: puede que comparta o que disienta de los fines, pero simpatizo con la frescura de la rebeldía.

Protesta, generación joven, lucha, equipo, ideales, soporte y permanencia. Qué más se puede necesitar para hacer realidad los sueños, para llegar a donde nos proponemos. No podemos perder la fuerza para defender aquello que tanto añoramos, no podemos quedarnos derrotados tras las caídas, no podemos dejar que otros nos vejen; no se puede pretender gozar de los avances desde la butaca.

Y cuando muchos más somos, puede que pensemos mejor, derribemos muros, superemos límites, derrotemos temores y no permitimos perder el rumbo.

Podremos morir en el intento, pero el sentimiento de que no vas solo y que lo obtenido será compartido, ni el mundo entero podrá eliminarlo. Ahí radica la esencia de la mocedad.

¿Qué puede resultar de estos movimientos? Lo ignoro, el don de la profecía no me tocó en la repartición de los talentos. La historia de la humanidad camina en su contra. Empero, ¿realmente importa? Ellos ya ganaron, demostraron que la llama no se ha extinguido, que aún podemos tocar el cielo, que el ser humano debe su crecimiento a los iconoclastas, a los rebeldes, a la juventud que impulsa el cambio.

3 comentarios:

  1. Muy cierto sin embargo una revolución sin liderazgo, sin un pensador que los guíe es simplemente una bola de revoltosos.

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  2. Siempre debes superar tus propios miedos, buscar tus objetivos y si los puedes compartir con personas que tienen tus mismos ideales, seguro que lograrán lo que buscan.

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  3. cesar ulyses orozco carrillo23/9/11 5:15 p. m.

    No solo falta el liderazgo para una revolución sino saber que se debe hacer después de haber ganado, si no podría pasarnos lo que a zapata y villa que después de sentarse en la silla presidencial no supieron que hacer.

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