16/10/11

"Good Will Hunting"


La ópera prima de la pareja que formaron Matt Damon y Ben Affleck ocupa un lugar especial en las películas de mi vida, lo que la hace que al verla una y otra vez no deje de encontrar detalles que me encantan o de emocionarme con la frase, el diálogo, la música de Danny Elfman o, incluso, el silencio y la soledad que lo acompañan.

GoodWillHunting (1997) es una cinta dirigida por el excelente Gus Van Sant. La película obtuvo nueve nominaciones al Óscar (ganando dos de ellos: uno al mejor guión original, para el dúo dinámico; y el otro, al mejor actor de reparto para Robin Williams, a quien ya se lo debían desde DeadPoetsSociety). El elenco se complementa con la encantadora Minnie Driver, StellanSkarsgård, CaseyAffleck, Cole Hauser y John Mighton.

WillHunting (Damon) es un joven prodigio autodidacta que trabaja como afanador en el MIT en Harvard. Allí, un matemático descubrirá sus facultades e intentará que reconduzca su vida. Después de pagar una fianza para que salga de la cárcel, donde se halla como consecuencia de un pleito, el profesor consigue que acepte el tratamiento del psicólogo Sean Maguire (Williams).Con él entablará un profunda relación, que transcurre entre los intentos de romper el escepticismo y la rebeldía, hasta buscar comprender lo que orilla a un tipo con particulares habilidades a despreciar el lugar en el mundo del "éxito" que en él sería natural y el sentimiento de culpa implícito. Esta relación médico-paciente, sin embargo, está lejos de ser unilateral, ya que en virtud de su inteligencia, Will buscará invertir los papeles o por lo menor jugar parejo; lo que nos lleva al análisis de dos vidas aparentemente disfuncionales: la de él y la de Sean.

Con esta base, el director nos enfrenta con la dura realidad de la juventud de hoy, encaminada a lograr metas cada vez más difíciles y a tomar decisiones por sí misma, con poco margen de error. Si no quiere considerarse "fracasada" en un mundo en el que aún los adultos nos hallamos desorientados, lo que hace que la comunicación entre generaciones, en la época de mayor tecnología , sea cada vez más difícil.

Soy un tipo de frases.Good Will Huntingtienevariasinolvidables. Les comparto mis favoritas:

Sean:Eres un bebé y en realidad no tienes ni idea de lo que hablas. Es normal, nunca has salido de Boston. Si te pregunto por Miguel Ángel, lo sabrás todo: vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual... lo que haga falta. Pero no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí y has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto. Si te pregunto por las mujeres, supongo que me harás una lista de tus favoritas. Puede que hayas tenido algunas aventuras. Pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro. Si te pregunto por la guerra, me citarás algo de Shakespeare, 'de nuevo en la brecha amigos míos'. Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a un amigo entre tus brazos esperando ayuda mientras exhala su último suspiro. Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto. Pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable. Ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la Tierra para ti, para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué se siente al ser su ángel. Darle tu amor, darlo todo. No sabes lo que es dormir en un hospital dos meses porque los médicos vieron que el concepto horario de visitas no va contigo. No sabes lo que significa perder a alguien. Sólo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo. Te miro y no veo a un hombre inteligente. Veo a un niño creído y lleno de miedo. Eres un genio Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio, piensas que sabes todo sobre mí porque viste un cuadro y rajas mi vida de arriba abajo. Eres huérfano, ¿verdad? ¿Crees que sé cómo ha sido tu vida, quién eres, por haber leído 'Oliver Twist'?, ¿un libro basta para definirte? Personalmente eso me importa poco, porque no puedo aprender nada de ti de un maldito libro. Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... estaré fascinado. A eso me apunto, pero no quieres hacerlo, te aterroriza decir lo que sientes. Es tu turno, jefe.


Sean:No eres perfecto, amigo. Y voy a ahorrarte el suspenso... la chica que conociste tampoco es perfecta. Lo único que importa es si son perfectos juntos.

12/10/11

"Es bueno leer y no hay lectura mala". Barbara Jacobs


Soy dueña de por lo menos tres bibliotecas personales, la de los libros que poseo físicamente, la de los que leí y por mil razones no guardé y la de los que quiero leer o aunque sea solo tener pero que no he encontrado todavía. También, de la de los libros sobre los que he oído o leído tanto que me parece que yo misma ya los leí. Y además soy dueña de los únicos libros sin los que de verdad prácticamente no podría vivir, que son los diccionarios, de todo tipo. Los consulto y aparte me entretienen porque despiertan mi imaginación y me ponen a prueba mis conocimientos. Algún día me gustaría cumplir con mi sueño de leer alguno de ellos íntegramente, de la primera página a la última, aunque me temo que la lectura me estimularía tanto que la interrumpiría y me pondría a escribir, con lo cual entonces no acabaría de leer el diccionario nunca.

Sin embargo, creo que es más valioso ser un buen lector que dueño de la mejor biblioteca. A mí no me fue fácil ni aprender a leer ni tomarle gusto a la lectura, y pienso que esto fue así porque antes que lectora lo que innatamente soy es soñadora. Soy una soñadora natural y, debido a esto, en mis inicios de lectora, al estar leyendo o procurando leer, un impulso o instinto me distraía de la lectura y me impedía concentrarme en ella, adentrarme en mundos diferentes de los de mis propios sueños, y al penetrar los ajenos arriesgarme de paso a perder los propios. En otras palabras, tal vez de nacimiento también fuera miedosa, no porque me asustara o me fuera asustar lo que leyera, sino porque temía que el libro me succionara y luego ya no pudiera salir de su pozo y regresara a donde fuera que me encontrara, la realidad, el presente, la vida o como quiera que se llame el espacio temporal en el que a los seres vivos nos corresponde existir. Lo que con estas confidencias parece una locura, pero es la verdad...

...Mi biblioteca se ha formado lentamente, igual que yo, y está integrada por un poco de todo, así como yo.

Quiero decir que desde entonces, y a pesar de los escollos para leer con que, por soñadora, me topé en un principio, asocio la lectura a la idea de continuidad, a la de expectativa atendida como promesa de dar más o de ser inagotable. Asimismo, la emparento al mundo de las series y las clasificaciones, de los sistemas de poner orden en una totalidad determinada para poder abarcarla sin que se me escape nada esencial, como arena entre los dedos. Me aficioné por ejemplo a hacer o encontrar las listas de los libros que los grandes lectores, mujeres y hombres, hubieren leído y que recomendaran leer como lecturas formativas, autorizadas y confiadas y confiables puesto los habían formado a ellos y ellos eran grandes y merecían ser imitados.

Luego me di cuenta de que por infinidad de motivos este camino promisorio era imposible de recorrer. No hay dos lectores a los que los hubieran formado los mismos libros. Es decir, no hay dos bibliotecas personales iguales, por más que cada una sea valiosa y formativa en sí. No solo hay gustos de lectura individual y diferente, sino capacidades de lectura individuales y diferentes.

Quiero decir que llega el momento en que uno aprende qué es lo que le gusta leer y lo que puede leer, y entonces sabe que eso es lo que va a leer y no lamenta no poder leer lo demás. Pero la búsqueda es entretenida, por más que sea larga y accidentada. Seguir como principio de vida de lector el del ensayo y error no está mal. Para aficionarse a la lectura hay que leer de todo y tampoco está mal leer ningún tipo de libro con tal de leer, con tal de seguir leyendo. Es bueno leer y no hay lectura mala. Es bueno leer en el idioma de uno y en idiomas que le sean extranjeros. Es recomendable conocer por lo menos un idioma extranjero respecto al propio. Todos son ricos, y no hay ninguno que sea más rico que otro. Todos abren los ojos sobre sí mismo y arrojan luz sobre el idioma natal de quien lo estudia, por lo tanto todos enriquecen.

Las bibliotecas personales reflejan no únicamente el gusto de su dueño sino la extensión de su locura de lector. Me refiero a que cuando un lector se aficiona de veras a un autor determinado, es capaz de tener en su biblioteca personal los libros de ese autor tanto en ediciones en idiomas que conoce como en lenguas que no conoce, en versión original tanto como en traducción o traducciones.

Hay dos clases de lectores. Por una parte, están los que son y quieren ser solamente lectores, llamémoslos puros; y por otra, los que además de lectores son o quieren ser a su vez autores o escritores, es decir, lectores impuros, por amañados. Pero tanto unos como otros son susceptibles de padecer la locura de lector. Esta locura, por cierto, tiene infinidad de modalidades, aunque el hilo conductor que comparten es solo uno, es decir, leer. Y es locura porque el que lee, vive más en los libros que en la vida. Es más, hay momentos en que uno incluso agradecería ser literalmente succionado por la lectura o por algún libro específico y no volver a salir más de entre sus tapas. La actividad de leer, que en mis primerísimos principios de lectora constituyó un terror y por lo mismo una dificultad y una resistencia, una vez vencida se convirtió, más que en un deseo, en obsesión y compulsiva necesidad. Mientras que la locura de la lectura no desconecta del todo del mundo exterior a un lector puro, a un lector impuro lo succiona al más interno de los mundos, que es el de la desconexión con el mundo exterior. Diré algo más: un alienado, que es incapaz de leer precisamente por temor a perderse en un mundo ajeno y desconocido, es menos loco que un lector impuro que lee para acabar perdiéndose precisamente en mundos que, aunque ajenos y desconocidos para otros, para él terminan en transformarse en conocidos y propios.

En mi biblioteca personal tengo de todo, decía. Incluso, libros inexistentes o libros en potencia, como los que me gustaría formar con partes de los otros. Me entretengo ideando antologías. Soy buena lectora de antologías y las recomiendo.

Por lo que hace a mí, con frecuencia me sorprendo imaginariamente sometiendo mis libros a situaciones extremas. No juego a decidir qué libro me llevaría a la isla desierta porque ya jugué, y además porque ahora imagino que la isla es la Atlántida y que el libro que me llevara a la isla y yo misma no tardaríamos en ser succionados por el mar con  todo y la Atlántida, hipotética o real. Pero en cambio, sí me pregunto con qué libros de mi biblioteca me quedaría si, por una situación imprevisible, tuviera que renunciar a la mayoría de ellos o si solo pudiera conservar una mínima parte.

Lo que en síntesis quiero decir es que preferiría no desprenderme de mi biblioteca ni de toda ella ni de ninguna de sus partes. Como se habrá deducido a lo largo de estas líneas, soy incapaz de llegar a una conclusión sensata en cuanto a cómo depurar mi biblioteca para atesorar únicamente lo esencial. La verdad, es que sucede que todos los libros que poseo, resultan fundamentales para mí, pues me declaro incompetente para desprenderme voluntaria y conscientemente de ninguno de ellos, ni siquiera de los que llego a tener por duplicado o por triplicado. Cuando alcanzo este punto de voracidad, sé que debo hacer un viraje en mi razonamiento y admitir que mi biblioteca personal, tal como es, constituye mi mayor riqueza, y que verme sin ella me despoja hasta de la más mínima seguridad que pudiera tener de mi existencia.

Podría preguntarme cuál sería mi biblioteca personal ideal, pero me temo que hacerlo equivaldría a entrar en otro callejón sin salida. Como escritora me ha formado los libros que constituyen mi biblioteca, no los que la podrían o deberían constituir. Así como no hay dos bibliotecas personales iguales, no hay dos escritores que se hubieran formado con los mismos libros, y sin embargo un lector puede admirarlos a los dos y puede asimismo aprender enormemente de ambos aun cuando ellos sean distintos en todo el uno del otro y hasta opuestos y contrastantes; un lector/escritor puede querer aprender de los dos y, con tal de que se incluya a sí mismo en la mezcla, haría bien en intentarlo. En las diferencias de lecturas se encuentran las diferencias de estilos de los escritores. Cada uno crea su mundo de expresión propia y a partir de sus propias lecturas. Cada escritor da a sus lectores sus propias lecturas asimiladas, amalgamadas, concentradas, elaboradas, transformadas.

Mi propia biblioteca personal… habla de mí. Refleja todos mis intereses e incluso me recuerda desde cuándo cada uno de esos intereses despertó en mí. Al repasar los títulos de los volúmenes que los recogen me queda claro qué temas han dado forma a mi curiosidad, y al repasar la historia de los ejemplares en sí, distingo desde cuándo me aficioné no solo a cada uno de los temas que me han llamado la atención, sino a la manera en que los he abordado, que ha sido a través de los libros y de la lectura. Quiero decir que mi biblioteca personal es mi autobiografía; los libros que la integran cuentan mi vida...

...Si el contenido de mi biblioteca habla de mí, su orden grita de mí, podría confesar.

Ignoro de cuántos volúmenes conste mi biblioteca, pero sé que sin mis libros, sin la posibilidad de releerlos, o por lo menos de ojearlos y hojearlos, de arrugarlos contra mi pecho y ponerlos bajo mi almohada, ciertamente no podría vivir.

1/10/11

"Sliding doors"


Esta entrañable película del año 1998, que se ubica dentro del mejor género neorromántico inglés, fue escrita y dirigida por Peter Howitt, y protagonizada por la hermosa GwynethPaltrow, —en una de sus mejores actuaciones—, John Hannah, John Lynch, Jeanne Tripplehorn y Virginia McKenna. 

La vida siempre nos depara sorpresas. A veces las cosas suceden y a veces no. En algunas ocasiones nos gusta imaginar lo que hubiera pasado si tan solo un elemento hubiera sido diferente. Así, GwynethPaltrow encarna a una mujer viviendo desde dos perspectivas diferentes: en una, su existencia cambia por completo; en la otra, las cosas permanecen igual, aunque el destino le tiene preparado otro sendero.  

Helen (Paltrow) es una londinense que mantiene a su novio Gerry (Lynch), novel escritor quien trabaja en su primera obra, pero sin ánimos de terminarla nunca. Una mañana, ella sale rumbo al trabajo, donde es despedida intempestivamente. Mientras esto sucede, Gerry introduce a Lydia (Tripplehorn) al departamento. Helen, deprimida, decide regresar a su casa, por lo que entra a la estación del metro, pero en las escaleras del andén casi tropieza con una niña, obstáculo que le impide alcanzar el vagón, cuyas puertas se cierran justo en su rostro (de ahí el nombre original de la película). Entonces decide tomar un taxi, pero es asaltada y termina en el hospital; cuando al fin llega a casa, la amante se ha ido y no descubre la infidelidad de su pareja, por lo que su rutina sigue como si nada, aunque la mala suerte no deja de perseguirla. 

En la historia paralela, que nace a partir de la escena del metro, Helen esquiva a la niña, consigue detener las puertas y entrar al vagón —donde conoce a James (Hannah)—,  llega a tiempo a casa para encontrar a Gerry con su amante, lo abandona y comienza una nueva vida. Decide reinventarse, darse la oportunidad de salir con James, hombre emprendedor que la impulsa para que se independice abriendo su propio negocio, para finalmente enamorarse del perfecto caballero inglés, pareciendo que la felicidad llegó a ella.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué habría sido de su vida si en algún punto de la misma hubiera tomado un camino distinto del que tomó, si en lugar de elegir a tal pareja o a ese trabajo, hubiera hecho otra distinta...? A las personas que miran el mundo, se hacen preguntas y gustan de indagar en las corrientes profundas de nuestro misterioso viaje, les encantará el planteamiento en el argumento de este filme; el cual sugiere que, independientemente de las decisiones a las que les atribuimos un efecto trascendente, existen una infinidad de pequeños y soslayados sucesos, detalles y casualidades que pueden influir entre una experiencia a otra, tejiendo así, anónima e invisiblemente, el tapiz de nuestra existencia. 


El final es enormemente enriquecedor, haciéndonos soñar con la idea de que lo bueno que nos sucederá, hagamos lo que hagamos, irremediablemente ocurrirá; que nuestro destino está ahí y solo hay que saber detectarlo; que si algo malo nos pasa, pues seguro es porque algo mejor está aguardando para nosotros.