3/12/13

"Lo que yo entiendo por un crítico". Julio Cortázar



En América Latina, para empezar, tenemos una carencia de crítica considerable. Ese es el primer punto, carecemos de críticos.

América Latina ha tenido algunos maestros de la crítica y ahora naturalmente hay gente de una gran calidad en diferentes países o en el extranjero haciendo trabajo crítico, pero representan un número insignificante para la totalidad bibliográfica de lo que se está haciendo. Un verdadero crítico no se da abasto ni siquiera para ocuparse de su especialidad, sea novela, poesía o cuento. Se está escribiendo y publicando tanto en América Latina que necesitaríamos tribunas críticas, revistas críticas, periódicos con grandes secciones críticas y lo que tenemos son reseñas en general, es decir, un señor que a veces se califica de crítico y simplemente dice que ha leído la novela de la señorita Susana Fernández, que es una novela en la que se cuentan las aventuras de tal y tal cosa y sucede tal cosa y está muy bien escrita y punto final; no hay absolutamente ninguna crítica de fondo. Es una reseña y es útil porque si el lector lee y le interesa lo que se reseña, va a ir buscar el libro, pero está muy lejos de ser una crítica, y lo mismo sucede en materia de cine y de música.

Lo que yo entiendo por un crítico es un hombre que haga un análisis cortical y profundo de una obra literaria, que la desmenuce, la diseque y, al mismo tiempo, no la mate, lo cual es muy difícil porque en realidad, aunque todos estamos en contra de la vivisección, en el único terreno en que se puede permitir es en la crítica literaria; incluso hay que buscarla porque el verdadero crítico literario tiene que analizar las obras vivas, no las puede analizar muertas como hacen la mayoría de las reseñas.

Eso crea un doble inconveniente en América Latina: uno, que el lector está muy poco informado; los lectores se manejan muchas veces por una especie de antenas intuitivas o por lo que se enteran a través de amigos pero no tienen una información crítica como la tiene un lector inglés y supongo que también en este país donde hay muchas revistas de crítica literaria. Ése es el primer problema; el segundo, igualmente grave, es que los escritores avanzan en su trabajo muchas veces sin conocer la valoración de verdaderos grandes críticos.

Solo cuando un escritor es muy conocido —¡ah, entonces sí!— le caen encima como un ladrillo: todos los críticos empiezan a escribir y se hacen tesis y libros a tal punto que en mi opinión se escribe demasiado sobre todos nosotros. Ya hay temas mucho más interesantes que escribir sobre los más conocidos en América Latina, pero los que no son muy conocidos no tienen absolutamente ninguna crítica y pasan muchos años sin que reciban el aliento de un crítico o que un crítico les señale sus defectos, lo cual también es un aliento porque si ese hombre tiene cualidades los va a superar.