"El rock no tiene la culpa de que su mal humor le haga ver tantos fantasmas, tranquilícese y tómese un relax total"
Miguel Ríos
Seguramente, a todos los que amamos el rock nos resultan familiares grupos como The Doors, INXS, Queen o Nirvana y, aunque suene un tanto extraña la combinación, todos ellos evocan recuerdos, buenos momentos y ecos que marcaron nuestras vidas en algún sentido. No concibo ninguna biblioteca musical que no tenga alguna pieza de ellos.
En todas estas grandes bandas encuentro un denominador común, la muerte del vocalista, algo que ha sido un fantasma a lo largo de sus carreras, que las ha llevado a terminar como una sombra de lo que en sus mejores tiempos fueron.
The Doors, conjunto de rock estadounidense formado en Los Ángeles, California en julio de 1965, se convirtió en uno de los máximos exponentes de la psicodelia de los años sesenta. Es considerado uno de los más influyentes y ha sido descrito como "una de las bandas más innovadoras y poderosas en la historia del rock". Sin embargo, el maravilloso ingenio y carisma del vocalista Jim Morrison, con su buena pinta, presencia magnética, su particular voz y sus pantalones de cuero, lo convirtieron en un ídolo del rock cuya plataforma de proyección estaba por encima de todo el grupo.
Morrison, quien sólo aportaba al grupo algunas de las letras y parte de las melodías, acabó con su vida a los 27 años y, paralelamente, con la vida de The Doors, el 3 de julio de 1971 en la bañera de un departamento de París a causa de un paro cardíaco (o al menos ésa es la versión oficial). Los miembros restantes continuaron por algún tiempo, pero la sombra de "El Rey Lagarto" los destruyó. Al final, Robby Krieger, quizás el cerebro del grupo y autor de la mayor parte de los éxitos, Ray Manzarek, el inmortal tecladista que definió su inconfundible sonido, y John Densmore, tipo de gran talento, no volvieron a sacar un disco valioso y terminaron dando giras en circuitos cerrados, acompañados siempre de un imitador.
INXS fue una banda que vio la luz por primera vez en Perth, Australia, en 1972, de la mano de los hermanos Andrew, Tim y Jon Farris, y al lado de ellos, Garry Gary Beers, Kirk Pengilly y Michael Hutchence, vocalista de gran estampa y voz.
Kick fue el disco que consagró al grupo a finales de los ochenta; la popularidad los acompañó hasta que Hutchence, de apariencia sensual y de gran dominio sobre el escenario, fue hallado muerto el 22 de noviembre de 1997. La versión oficial señalaba que se ahorcó con su cinturón de la puerta de una habitación. A pesar de eso, INXS continuó como grupo reclutando a vocalistas temporales. Los hermanos Farris, quienes eran los autores de la mayoría de los éxitos y los reales motores de la banda, se enfrascaron en una búsqueda infructuosa para encontrar a quien sustituyera a Hutchence, lo que hasta la fecha los mantiene en el ostracismo.
Imposible olvidar a Queen, banda formada en 1971 en Londres, Inglaterra, por el guitarrista Bryan May, el cantante Freddie Mercury, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon. Es innegable el gran éxito que tuvieron en las décadas de los setenta y ochenta, sin embargo, el fantasma reaparece. El 23 de noviembre de 1991, en una declaración preparada en su lecho de muerte, Mercury confirmó que tenía SIDA. A casi 24 horas de la emisión de la declaración, falleció de una bronconeumonía, ocasionada por el deterioro físico que le provocó la enfermedad.
Era tal la idolatría que proyectaba Mercury que en su honor se celebró el concierto homenaje más emotivo e impactante de la historia, el 20 de abril de 1992 en el estadio de Wembley, colmado por sesenta mil personas y visto en televisión por más de mil millones de seres alrededor del mundo.
No obstante el enorme talento de los tres sobrevivientes, abarcando la composición de muchos de los inmortales hits de la banda, Queen jamás volvió a tener el mismo suceso, opacados por la presencia inmanente del gran Freddie.
Nirvana, banda icono del fenómeno grounge de Seattle, el cual marcó a toda la generación de los noventa, sufrió la misma suerte que los anteriores grupos. Kurt Cobain, el líder, se encontró a sí mismo referido como la voz de una generación, lo que provocó demasiada presión sobre su persona. La corta carrera de Nirvana, (solo tres discos de estudio y el mejor unplugged de la historia), concluyó con el suicidio de Cobain en 1994, pero su popularidad creció aún más en los años posteriores. En 2004 fueron ubicados en el puesto 27 en la lista de los 100 mejores artistas de todos los tiempos, según la revista Rolling Stone.
En los años posteriores a la muerte de Cobain, sus dos geniales miembros sobrevivientes, Dave Grohl y Krist Novoselic siguieron activos. Grohl grabó una serie de demos que se convirtieron en el álbum debut de los Foo Fighters y Novoselic formó Sweet 75; sin embargo, nunca volvieron a tocar el cielo como en la época de Nirvana.
El común denominador de estos cuatro casos es que la muerte del vocalista, quizá no el cerebro dentro de lo que fueron grandes bandas, se llevó la fama y el éxito, así como el genio y el carisma a sus respectivas tumbas, dejando huérfanos a los sobrevivientes, tipos de gran calado, pero que nunca pudieron dejar a un lado el peso de la figura con el que compartieron los escenarios.
Lo que comento no es regla sin excepción. Hay otros casos donde la genialidad de los sobrevivientes pudo sobreponerse a la muerte del líder, como Pink Floyd, los Rolling Stones y ACϟDC. Quizás en otro momento repasaré cada una de las circunstancias particulares a esas agrupaciones.
El rock no tiene la culpa, como canta Miguel Ríos, de los hechos de los hombres. Empero, su historia está llena de este tipo de sucesos, que es lo que le proporciona esa atmósfera de magia y misticismo, que lo vuelve irresistible para todo aquel que se sumerge en ese mundo impredecible y a la vez familiar, ya que esta música es referente de vida, que hace que estas historias formen parte de nuestra propia biografía.