23/11/13

"Fluyendo por la corriente y atrapados por el presente". David Jewell


Ilusiones de ensueño,
dilatadas pestañas,
por tu hermoso rostro
se vierte una lágrima en mi copa


al mirar esos grandes ojos
veo lo que significas para mí:
ricos pasteles y malteadas


soy un ángel errado,
un desfile de fantasía;
quiero que sepas lo que pienso,
ya no tendrás que adivinarlo

no sabes de dónde vengo
ni sabemos adónde vamos;
fuimos lanzados a la vida 
como ramas al río, 
fluyendo por la corriente
y atrapados por el presente

te llevaré,
me llevarás,
así podría ser;
¿no me conoces?
¿no me conoces todavía?

16/11/13

"La magia de los primeros instantes". Maxence Fermine



Además, si todos los hombres quisieran encontrar una explicación a la locura de sus actos, hace tiempo que no habría aventureros...

...Le había prometido a Loan regresar. No regresaría.

Sin confesárselo,  Charles Stowe sabía perfectamente que las más hermosas promesas, aunque acaben convirtiéndose en polvo de recuerdo, no traspasan nunca el reloj de arena del tiempo...


...No le guardaba rencor a aquella mujer. Con el tiempo, aprendió a amarla y le pareció todavía más admirable. Una especie de certeza impregnaba su ser, infundiéndole serenidad. Tenía el convencimiento de que su amor crecería cada día hasta su muerte. Había sido tan breve la relación entre ambos que la llama no había llegado a consumirse. Loan le había ofrecido lo más hermoso: la magia de los primeros instantes.


5/11/13

Los relámpagos de octubre


Cualquier propuesta que pretendiera darle un carácter científico a la historia se toparía con un muro imposible de expugnar: la realidad mexicana.

Nuestro devenir está plagado de tantas contradicciones, hechos increíbles e inexplicables, imitaciones absurdas, mezquindades y egoísmos, que es materialmente imposible marcar un camino cierto que explique con objetividad por qué somos y estamos así.

El maniqueísmo es la constante que nos identifica; siempre hay dos bandos bien identificados, el de los héroes y el de los traidores, el cual se define entre el vencedor y el derrotado, sin que los matices se distingan aun dentro de cada grupo. Por esa manera de entendernos vivimos en la ambigüedad de considerar mártir a Cuauhtémoc y conquistador a Cortés, cuando quizá muchos de nuestros antepasados venían en las carabelas españolas; o en nombrar padre de la patria a Miguel Hidalgo, quien fue un pésimo militar y se pronunció a favor de la monarquía, y en condenar al oscurantismo a nuestro verdadero libertador —caso único en el mundo— Agustín de Iturbide; o en dar trato tan diverso a Juárez y a Díaz, cuando sus rutas eran similares, nada más que uno se murió a tiempo y el otro nos pacificó y modernizó.

Así, no es de extrañar que nuestros mejores historiadores sean irónicos novelistas que nos pintan tal cual somos. Por mucho, prefiero los textos de Jorge Ibargüengoitia que cualquier libro de enseñanza editado por la maltrecha Secretaría de Educación Pública.

Un digno ejemplo de lo que comento se halla entre cualquiera de los personajes destacados de la mal llamada revolución. Los temas abundan, ya que la ideología y las convicciones eran lo de menos frente al vigor de unos millones de pesos, como bien decía Álvaro Obregón. En esa época, las balas suplían a las razones y las sucesiones de poder transcurrían llenando el camposanto de opositores aunque, al final, asesinos y víctimas acabaron integrando una familia feliz en un gran mausoleo nacional.

Recordemos una buena historia: El general Lázaro Cárdenas, quien para muchos ha sido el presidente de México más popular, a pesar de que solo alcanzó a terminar la primaria y tuvo un desempeño militar mediocre, en 1913 se incorporó con las fuerzas de Guillermo Garda; después de la Convención de Aguascalientes, militó en el villismo a las órdenes del general Morales. En 1915 se unió al carrancismo. Astuto, supo cambiar de nuevo de bando y secundó el Plan de Agua Prieta de 23 de abril de 1920, lo que le permitió unirse a la generación sonorense y relacionarse con uno de sus principales impulsores: Plutarco Elías Calles.

En ese momento, no se le tenía en un buen concepto. En palabras de Alfonso Taracena, Obregón decía que "era un tarugo con iniciativa" a propósito de este diálogo con José Vasconcelos el 31 de diciembre de 1923:"Y el Presidente observa: 'Es ya un progreso que entre nosotros la guerra se civilice; ya ve usted lo que ha hecho Estrada con Cárdenas; otro en su lugar lo fusila'. Vasconcelos pregunta cómo estuvo lo de Cárdenas, y Obregón responde 'Nada, lo que yo había previsto; justamente le di el mando de esa columna sabiendo que la llevaría al desastre porque me convenía distraer por allí la atención del enemigo, mientras preparábamos la ofensiva de Ocotlán. Cárdenas fue de carnada. Y así, mientras Estrada se pavonea de su triunfo ante las bellas de Guadalajara y se permite gestos a lo Nicolás Bravo, yo, por el Bajío, le preparo el derrumbe'...".

Tras la muerte del manco de Celaya, una hábil iniciativa de Calles para controlar las disputas políticas y convertirse en el principal árbitro de los destinos nacionales, marcó el rumbo del siglo XX mexicano: la creación del Partido Nacional Revolucionario, después institucionalizado o petrificado por el michoacano. Así, durante el periodo que corrió de 1928 a 1934, no hubo más Jefe Máximo que el hijo de Guaymas. Desde su casa de la colonia Anzures se lograba apreciar el Castillo de Chapultepec, residencia de los presidentes. Por ello se decía: "Allí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente". 

Si ignoramos todo lo que se afirma de Carlos Salinas, don Plutarco ha sido el único que ha podido extender su poder después de su mandato. Con Portes Gil fue designado secretario de Guerra y Marina, cargo que repitió durante el gobierno de Ortiz Rubio. En 1933, Abelardo L. Rodríguez le comisionó la Secretaría de Hacienda y la Presidencia del Consejo Ejecutivo de los Ferrocarriles Nacionales de México. Fueron los años de nuestro Caudillo; Cárdenas, fiel, nunca se manifestó en contra: era su amigo.

Para el mes de mayo de 1933 se presumía que los candidatos presidenciales del Partido, o sea los de Calles, eran Pérez Treviño, Riva Palacio y Cárdenas. Sin embargo, cuando Rodolfo Calles habló en la Cámara de Diputados de las virtudes de éste último, los políticos se unieron en torno al mejor hombre. Quizás, el Jefe Máximo seguía pensando en el hombre objeto de burlas diez años antes. Así, el 6 de diciembre, fue ungido. 

El Tata asumió el cargo el 1 de diciembre de 1934. Una de sus primeras medidas fue mudar la residencia oficial a Los Pinos, ya que quizá no le gustaba la vista desde la antigua residencia de Maximiliano. La segunda, fue revertir políticas e intereses ligados al callismo, lo que generó la discordia, la guerra de declaraciones y el enrarecimiento del clima político.

En ese tiempo, Cárdenas denunció el propósito de Calles de intervenir en la política del país, al declarar que esa actitud era "una traición a México y a la Revolución al querer desprestigiar al sacrificio del pueblo mexicano…".

En ese contexto, el 10 de abril de 1936, el presidente aplicó la razón de Estado y lo expulsó del país hacia Los Ángeles, California, en compañía de Luis N. Morones, Luis N. León y Melchor Ortega. Se cuenta que al llegar los ejecutores de madrugada a la casa de Anzures, su propietario se encontraba en pijama leyendo Mi lucha de Adolfo Hitler, título muy popular entre las corrientes opositoras a las políticas cuasi socialistas de la época.

Con esa cómoda vestimenta, durante el trayecto en el avión, Calles pensó que sería asesinado como todos sus antecesores. No fue así. Eso no era lo que el general Cárdenas hubiera querido; el amigo le fue leal y lo dejó morir de su alcoholismo nueve años después.

Nadie protestó por la medida. La justificación legal de la misma se resume en estas palabras del presidente: “...se aplicó debido a que ha llegado ya a un límite que perjudica los intereses del país y debido a la conspiración que se ha comprobado con tres Generales y un civil, y de que son elementos que considera el propio gobierno que no son leales…”.

El tiempo pasó, los gobiernos se sucedieron y Cárdenas falleció varios años después de estos hechos. Como toda buena familia, Gustavo Díaz Ordaz —el nuevo patriarca— cumplió los ocultos deseos de nuestros personajes reflejados en estas palabras de Calles: "Debieran saber los que prohíjan y realizan estas maniobras, que no hay nada ni nadie que pueda separarnos al general Cárdenas y a mí. Tenemos veintiún años de tratarnos continuamente y nuestra amistad tiene raíces demasiado fuertes para que haya quien pueda quebrantarla", y decidió enterrarlos juntos en el Monumento a la Revolución, bien resguardados por una puntual y ordenada columna de leales maestros. Los amigos unidos aun después de la muerte. No podía ser de otra manera ante tanta afinidad: ambos fallecieron un 19 de octubre.

2/11/13

"Pequeño elogio de lo cotidiano". Julio Cortázar


La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero Hotel de Belgique.

Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.

Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza...

20/10/13

"El poder del hambre". Joseph Conrad


Ningún miedo logra resistir el hambre, ni hay paciencia que pueda soportarla. La repugnancia sencillamente desaparece cuando llega el hambre, y en cuanto a la superstición, creencias, y lo que ustedes podrían llamar principios, pesan menos que una hoja en medio de la brisa. ¿Saben lo diabólica que puede ser una inanición prolongada, su tormento exasperante, los negros pensamientos que produce, su sombría y envolvente ferocidad. Bueno, yo sí. Le hace perder al hombre toda su fortaleza innata para luchar dignamente contra el hambre. Indudablemente es más fácil enfrentarse con la desgracia, con el deshonor, con la perdición del alma, que con el hambre prolongada.

13/10/13

"El porvenir del mundo de la literatura depende de esto". Jean Echenoz


Después, los siguientes libros —los míos— no volverán a plantear ningún problema en particular. Salvo, casi siempre, aquellos derivados de las comas, única divergencia estética profunda entre nosotros. Jérôme Lindon es partidario, siempre que sea posible, de una puntuación demostrativa de la frase con la ayuda de las comas, mientras que yo sostengo que es mejor, mientras se pueda, prescindir de ellas. De modo que llegamos a pasar buenos ratos hablando sobre lo oportuno o no de una coma, desplegando —porque finalmente, a partir de aquel momento, hablábamos y nos reíamos mucho juntos— interminables alegatos sobre este asunto, como si el porvenir del mundo de la literatura dependiera de ello, algo que en aquel momento, en nuestra opinión, era el caso. A veces yo cedía sobre una determinada coma, pero en otras ocasiones era él quien lo hacía sobre alguna otra. A pesar de la auténtica y seria apuesta que es la coma, que quede claro que nos divertíamos mucho.


10/10/13

En descargo de los maestros


La docencia es una profesión vilipendiada e incomprendida en nuestro país. La cerrazón, la sordera y el desprecio por esta actividad, constituyen una de las causas por la que México padece un enorme atraso educativo. Esta actitud puede deberse a que sus detractores nunca han estado frente a un salón de clases buscando despertar curiosidad e interés. Ellos se lo pierden, ya que la academia no necesita gente negativa y pedante.

Dar clase ha sido motor de mi existencia. Hace ya mucho tiempo que lo hago; y aunque las escuelas, las materias y los fines han ido mutando, el placer de charlar y aprender de jóvenes deseosos de hallar su camino en el mundo —y de ayudarme, inconscientemente, a dilucidar el mío— es una buena razón para desempeñarla.

He tenido experiencias buenas y malas, como en todo; mas el hecho de que alguien me salude en la calle con un afectuoso "Maestro", me hace sentir que sembré algo y que, en la medida de mis fuerzas y convicciones, traté de hacer lo posible por volver este mundo más respirable. 

Si bien los temas se repiten, intento hacer con cada nuevo grupo algo distinto. Así, a partir de ciertos cursos de redacción, decidí implementar la obligación de que los alumnos leyeran, frente a todos sus compañeros, un texto de su autoría con un tema y extensión preestablecido; esto con el fin de ayudarlos a mejorar su capacidad de síntesis, oratoria y desenvolvimiento. El experimento desbordó mis expectativas y se convirtió en un sano espacio de relajación, mutuo conocimiento y camaradería; puede que así nazcan las verdaderas amistades, las que no reflejan egoístas intereses. 

De tantos trabajos que se leyeron, decidí conservar los dos siguientes, respetando sus virtudes y defectos, para mañana releerlos, recordar el porqué me gusta ser universitario y, quizá, mantener eterna mi propia luz.

Adolfo Canales Muñoz

Si estuviera en una isla desierta con una persona del salón ¿quién sería? La verdad no es una pregunta que me había hecho antes y, cuando la planteamos, no pensé que me fuera a tocar pasar al frente. 

La verdad es una decisión difícil y más teniendo en cuenta el tan buen nivel de mujeres "que se maneja en este salón". No quiero limitarme y, ya que estamos planteando una situación un poco ficticia, creo que la respuesta puede ser de ese tipo. 

Si tuviera que escoger a una chica de este salón tendría que ser alguien con la inteligencia de Dari: aparte de ser muy lista, siempre me saca de mis apuros tecnológicos, en especial con el Facebook. 

Tendría que tener la dedicación de Magali. Estoy seguro de que si trabajara la mitad de duro en la isla como en la notaría del licenciado, podríamos convertir ese lugar en un hotel de cinco estrellas. 

Tendría que tener el sentido del humor de Andreita. Es tal que, con un simple ¡holaaaa! me hace reír, y pues si vamos a morir, que mejor que sea de risa. 

Tendría que tener el corazón de Majito. Al final, si voy a compartir con ella todo mi tiempo, pues qué mejor que tenga buenos y sinceros sentimientos, y no quiero que me acuchille mientras duerma. 

Y por último, tendría que tener esa cabellera leonina que tiene Sofía: aparte de que me gusta mucho, pienso que, con tanta vegetación en la isla, sería una buena forma de que no se perdiera y siempre tuviera un ojo sobre ella. 

En fin, pura imaginación.

Mauricio Antonio Pecoraro Chávez 

Corre el año 1719. Todos ustedes son ahora un grupo de burgueses del siglo XVIII. Por alguna magia en el salón, mis palabras suenan en inglés; tienen en sus manos el nacimiento de Robinson Crusoe. Esta obra es la pauta para la novela inglesa moderna. Es, al igual que Madame Bovary, una de las piedras de toque pera todo lector necio y empedernido en saber de donde viene lo que ahora se conoce corno literatura contemporánea. No se asusten, no es clase de literatura. Solo quiero decir que la primera es una novela de aventuras. Y así imagino yo mi propio ensayo en la isla desierta. 

En la historia de Defoe, el protagonista es aventado por las tempestades a un recóndito espacio. Bien, yo también llegué a esta isla por tempestades: mi clase de Sucesiones (sin faltar el respeto). Es una isla que rezuma vitalidad, primitivismo y naturaleza; un ser como yo, adepto solamente a viajar en páginas y no en aviones, es una presa fácil hasta de los granos de arena que crujen debajo de sus pies. Un simple mosquito bastaría para enfermarme de algún virus inmortal, de cuyo nombre 
como Cervantes no quiero acordarme. 

Entonces, me dedico a observar los colores del cielo, sus cambios de azul profundo a violáceo en las noches, las nubes amoratándose lentamente mientras el sol poniente baja y se funde con el cristal del agua, como los cielos pintados por Turner. Como yo ahora soy Robinson Crusoe 
Mauricio Crusoe, si gustan veo la fauna que el Río Orinoco (en Venezuela y Colombia) me ofrece: delfines, caimanes, pirañas del Caribe. Oh, Dios, por qué me mandas a una isla tan bella sabiendo que es una ficción de mi mente y regresaré a mi clase dentro de unos segundos... No, no regresaré, porque no soy yo quien lee para ustedes. De esta historia yo no salgo vivo: me comió un caimán. Sin embargo, alguien estuvo conmigo todo el tiempo en la isla, un espectador anónimo quien ahora sostiene este papel impreso en la biblioteca: Beatriz. Ella naufragó conmigo, simplemente nunca nos encontramos. No sé si tiene habilidades de supervivencia, tampoco sé cómo llegó a leerles mi historia. La elijo porque es la persona que decidió escucharme hablar cuando yo quería quedarme callado. Beatriz es quien cuenta toda mis peripecias y errores, todas mis conversaciones imaginarias que nunca tuvimos dentro de la isla. Ella es, pues, mi primera lectora. 

Esto no es del todo ficticio, pues parte de mi infancia fui mecido por la historia de Crusoe. Creo, sin duda, que esta novela junto con El Corsario Negro y Sandokán de Salgari fue uno de los detonantes de mi imaginación. Gracias Beatriz, por relatar mi ficción en la isla donde las huellas de mi héroe aún siguen frescas. 

4/10/13

"Es sin duda delicioso ser feliz en el momento adecuado". Henry James



                             "El mundo no es más que transformación, y la vida, opinión solamente". Marco Aurelio

Arriba, en la piazzeta frente al palacio de estuco que se eleva tan garbosamente sobre un basamento que tiene tres veces su tamaño, hay más visitantes y mujeres haciendo punto al sol, sentados alrededor de la base masivamente inscrita de la estatua de Marco Aurelio. Hawthorne ha expresado a la perfección la actitud de esta admirable figura al decir que extiende su brazo con una orden que es en sí misma una bendición. Dudo que ninguna estatua de rey o capitán en cualquier lugar público del mundo goce de más aprobación en el corazón de la gente. Una sencillez más irrecuperable —residente de un estilo irrecuperable— no tiene representante más robusto. Aquí hay una impresión que los escultores de los últimos trescientos años han tratado de reproducir; pero comparados con este anciano monarca bondadoso, sus afectados jinetes sugieren una sucesión de profesores de equitación que conducen a niñas de colegio. El carácter admirablemente humano de la figura ha sobrevivido a la oxidada descomposición del bronce y a la ligera degradación del arte; y se puede considerar singular que en la capital de la Cristiandad el retrato más sugerente de una conciencia cristiana sea el de un emperador pagano.

21/9/13

"Receta para hallar a un ser admirable". Jean Giono


Si uno quiere descubrir cualidades realmente excepcionales en el carácter de un ser humano, debe tener el tiempo o la oportunidad de observar su comportamiento durante varios años. Si este comportamiento no es egoísta, si está presidido por una generosidad sin límites, si es tan obvio que no hay afán de recompensa, y además ha dejado una huella visible en la tierra, entonces no cabe equivocación posible.

10/9/13

"Curiosas y prácticas formas de elegir doncella". Marco Polo


Éste es el aspecto de Kublai Khan, Señor de los Señores:

Es de buena estatura, ni muy bajo ni muy alto, si no de mediana talla. No es excesivamente gordo ni delgado sino de adecuadas proporciones, bien formando de todos sus miembros. Tiene su rostro muy blanco con mejillas bermejas, del color de la rosa, lo que le da una agradable expresión, con los ojos negros y hermosos y la nariz bien hecha y adecuada a sus facciones.

Tiene cuatro mujeres a las que considera como sus verdaderas esposas; y un hijo primogénito que, por pleno derecho, será Señor de todo imperio cuando fallezca el Gran Khan. Las cuatro esposas tienen título de Emperatriz, distinguiéndose cada una por su nombre; todas ellas presiden una hermosa corte en su propio palacio y ninguna tiene menos de trescientas damas de honor, muy jóvenes y escogidas por su gentileza y hermosura. Tienen muchos criados eunucos y otros muchos servidores, hombres y mujeres, manteniendo cada una de estas damas una corte de unas diez mil personas.

Cuando el Gran Khan quiere yacer con una de las cuatro la hace venir a su cámara; y otras veces es él quien se dirige a la habitación de sus esposas. Y tiene además muchas concubinas elegidas del siguiente modo. Hay una tribu tártara, llamada Ungrat, cuyos miembros son de hermosa piel y bien proporcionados; sus mujeres son de una gran belleza, realzada aún más por una educación exquisita. Cada dos años escogen cien vírgenes, las más hermosas de la tribu, y las llevan ante el Gran Khan. Los mensajeros que el Gran Señor envía a esta provincia tienen como misión seleccionar las doncellas más hermosas, de acuerdo con el tipo de belleza que aquél determina. Para elegirlas, estos mensajeros llaman a su presencia a todas las doncellas de la región; y establecen jueces experimentados quienes, viendo y considerando por separado todas las partes del cuerpo de cada una, cabello, rostro, cejas, boca, labios y otros miembros, de modo que sean armoniosas y proporcionadas al conjunto, van evaluando a las más bellas en dieciséis quilates, diecisiete, dieciocho, veinte o más, según su mayor o menor hermosura. Y si el Gran Khan les ha encargado seleccionar las que alcancen hasta veinte o veintiún quilates, las llevan ante su presencia de acuerdo con la cifra exigida. Cuando llegan ante él las hace comparecer ante otros jueces; y, de entre todas ellas, quedan al final para su servicio las treinta o cuarenta que más quilates han logrado. A continuación confía su guarda a las viejas damas de palacio, una por cada una de ellas, que se aplican con mucho cuidado en vigilarlas; así manda el Señor que se acuesten con ellas en el mismo lecho, para saber si cada una de las elegidas tiene buen aliento, y si es limpia, y si duerme tranquila, sin moverse y sin roncar, y si no tiene mal olor en parte alguna; y también para que compruebe si es virgen y si está sana de todas sus partes. Tras ser detalladamente examinados y observadas, las que resulten buenas, hermosas y totalmente saludables, son envidias a servir a su Señor. Cada tres días con sus noches escogen seis de esas doncellas para que dediquen toda su atención al Gran Khan, desde que se acuesta hasta que se levanta, tanto en su cámara como en su lecho, realizando todos sus deseos; y así con ellas cuanto le apetece. Al cabo se estos tres días con sus noches viene otras seis doncellas a ocupar el lugar de las primeras, que abandonan su presencia; y de este modo durante todo el año las seis doncellas van cambiando cada tres días con sus noches, hasta llegar al número de cien; entonces comienza de nuevo la misma rueda.

Algunas veces, mientras que una parte de ellas permanece en la cámara del Señor, otras esperan en una habitación contigua; de suerte que si el Gran Khan tiene algún deseo o necesidad, como beber, comer, o cualquier otra cosa que se le venga a las mientes, las que están en la cámara del Señor ordenan a las que aguardan en la vecina cuadra lo que deben hacer o preparar; y ellas cumplen de inmediato cuanto se les ordena. Así el Señor nunca es servido sino por estas doncellas. En cuanto a las que obtuvieron una calificación inferior en quilates, permanecen con las demás mujeres del Señor, en el interior del palacio aprendiendo a coser, cortar, confeccionar guantes y realizar todo género de nobles trabajos. Y cuando un gentilhombre busca a una esposa, el Gran Khan le concede una de aquéllas junto con una gran pensión; y así va encontrando para todas un marido de alcurnia. 

A esto se podría objetar: "¿Mas no se ofenden los hombres de aquellas provincias cuando el Gran Khan les arrebata sus hijas?". Desde luego que no; y muy al contrario, ven en ello un gran favor y un honor inmenso; y se alegran de tener hijas hermosas que el Señor se digna aceptar, pues se dicen: "Si mi hija nació bajo el influjo de un planeta favorable y goza de buena suerte, el Gran Señor la colmará de bienes y la casará noblemente, cosa que yo no podría hacer de la misma manera". Y si la hija en cuestión no se comporta bien, o tiene mala suerte, dice su padre: "Esto le ocurre por tener mala estrella".