El pesimismo se adueña de nosotros; parecemos aceptar el fin de la
historia, donde un feroz capitalismo y una deshumanizada globalización
constituyen nuestro destino y fin.
Necesitamos nuevas utopías que nos inviten a soñar en un mejor mundo, un reencarnado Marx para el siglo XXI que nos enseñe otros senderos que impidan el conformismo y la inmolación.
Debemos recordar el espíritu del año 1968 que unió a los iconoclastas contra la nomenklatura que repetía una y otra vez que el mundo no se puede cambiar. Por ello, no olvidemos la propia dinámica del sistema que, con su constante cambio en las relaciones sociales, obliga a la gente a rebelarse contra él. Hoy, como en el 68, los muros cierran la calle, pero abren el camino. El futuro del planeta está en manos de nosotros, los (des)esperanzados.
Necesitamos nuevas utopías que nos inviten a soñar en un mejor mundo, un reencarnado Marx para el siglo XXI que nos enseñe otros senderos que impidan el conformismo y la inmolación.
Debemos recordar el espíritu del año 1968 que unió a los iconoclastas contra la nomenklatura que repetía una y otra vez que el mundo no se puede cambiar. Por ello, no olvidemos la propia dinámica del sistema que, con su constante cambio en las relaciones sociales, obliga a la gente a rebelarse contra él. Hoy, como en el 68, los muros cierran la calle, pero abren el camino. El futuro del planeta está en manos de nosotros, los (des)esperanzados.
El problema sería que, aún siendo nuevas utopías, terminarían en su propia definición, en una idealización prácticamente inalcanzable de un mundo perfecto.
ResponderEliminarEn la calle es en donde se manifiesta la inconformidad y la convicción de cambiar al sistema. No dejemos que éste nos trague, luchemos por rebelarnos en contra del conformismo y la abnegación. Y que cada uno tome su calle o todos nos reunamos en una sola para hacer que el cambio sea posible.
ResponderEliminarEn México necesitamos un líder, una persona que no se venda al poder ni al dinero. Un líder que cumpla con todas las características para llamarse así, somos un pueblo tan manejable que con una cabeza al mando podríamos lograr lo impensable.
ResponderEliminarEs triste pero es la verdad, uno se cansa de esperar, de confiar, y el pesimismo se propaga como enfermedad, pocos son los que reaccionan proactivamente, los que quieren dejar de soñar y de esperar que alguien mas lo haga primero, si se dejara de pensar así, si fuéramos nosotros los que hiciéramos el cambio y no lo dejáramos en manos de alguien mas, que necesitamos para despertar? para reaccionar?... caos?
ResponderEliminarCARLOS MORA Creo que el país necesita un cambio total en cuestion de politica y aptitud así como también pienso que no existe por el momento un líder que nos impulse a ese cambio.
ResponderEliminarLa esperanza produce fé y confianza.
ResponderEliminarBien se dice que los cambios empiezan por uno mismo, en estos momentos los que esperamos un cambio tratamos de hacer las cosas dieferente, "esperando" lleguen cambios a la política y diversas personas que se encargan de "gobernar".
ResponderEliminarPero no perdamos la esperanza y motivemos el cambio por lo menos en nuestro entorno (en lo más cercano a nosotros)
La belleza está en la vida, y la vida está en la calle. Quien practica el hermetismo, sólo tiene a la soledad y el silencio de acompañantes.
ResponderEliminarEl principal cambio lo debemos hacer cada uno de nosotros día con día, dar y mostrar lo mejor de nosotros, sólo así podremos caminar por las calles de éste país con tranquilidad y felicidad.
ResponderEliminarEl futuro de nuestro país esta en nuestras manos!
ResponderEliminarHay que luchar por lo que realmente creemos que vale la pena!