12/10/11

"Es bueno leer y no hay lectura mala". Barbara Jacobs


Soy dueña de por lo menos tres bibliotecas personales, la de los libros que poseo físicamente, la de los que leí y por mil razones no guardé y la de los que quiero leer o aunque sea solo tener pero que no he encontrado todavía. También, de la de los libros sobre los que he oído o leído tanto que me parece que yo misma ya los leí. Y además soy dueña de los únicos libros sin los que de verdad prácticamente no podría vivir, que son los diccionarios, de todo tipo. Los consulto y aparte me entretienen porque despiertan mi imaginación y me ponen a prueba mis conocimientos. Algún día me gustaría cumplir con mi sueño de leer alguno de ellos íntegramente, de la primera página a la última, aunque me temo que la lectura me estimularía tanto que la interrumpiría y me pondría a escribir, con lo cual entonces no acabaría de leer el diccionario nunca.

Sin embargo, creo que es más valioso ser un buen lector que dueño de la mejor biblioteca. A mí no me fue fácil ni aprender a leer ni tomarle gusto a la lectura, y pienso que esto fue así porque antes que lectora lo que innatamente soy es soñadora. Soy una soñadora natural y, debido a esto, en mis inicios de lectora, al estar leyendo o procurando leer, un impulso o instinto me distraía de la lectura y me impedía concentrarme en ella, adentrarme en mundos diferentes de los de mis propios sueños, y al penetrar los ajenos arriesgarme de paso a perder los propios. En otras palabras, tal vez de nacimiento también fuera miedosa, no porque me asustara o me fuera asustar lo que leyera, sino porque temía que el libro me succionara y luego ya no pudiera salir de su pozo y regresara a donde fuera que me encontrara, la realidad, el presente, la vida o como quiera que se llame el espacio temporal en el que a los seres vivos nos corresponde existir. Lo que con estas confidencias parece una locura, pero es la verdad...

...Mi biblioteca se ha formado lentamente, igual que yo, y está integrada por un poco de todo, así como yo.

Quiero decir que desde entonces, y a pesar de los escollos para leer con que, por soñadora, me topé en un principio, asocio la lectura a la idea de continuidad, a la de expectativa atendida como promesa de dar más o de ser inagotable. Asimismo, la emparento al mundo de las series y las clasificaciones, de los sistemas de poner orden en una totalidad determinada para poder abarcarla sin que se me escape nada esencial, como arena entre los dedos. Me aficioné por ejemplo a hacer o encontrar las listas de los libros que los grandes lectores, mujeres y hombres, hubieren leído y que recomendaran leer como lecturas formativas, autorizadas y confiadas y confiables puesto los habían formado a ellos y ellos eran grandes y merecían ser imitados.

Luego me di cuenta de que por infinidad de motivos este camino promisorio era imposible de recorrer. No hay dos lectores a los que los hubieran formado los mismos libros. Es decir, no hay dos bibliotecas personales iguales, por más que cada una sea valiosa y formativa en sí. No solo hay gustos de lectura individual y diferente, sino capacidades de lectura individuales y diferentes.

Quiero decir que llega el momento en que uno aprende qué es lo que le gusta leer y lo que puede leer, y entonces sabe que eso es lo que va a leer y no lamenta no poder leer lo demás. Pero la búsqueda es entretenida, por más que sea larga y accidentada. Seguir como principio de vida de lector el del ensayo y error no está mal. Para aficionarse a la lectura hay que leer de todo y tampoco está mal leer ningún tipo de libro con tal de leer, con tal de seguir leyendo. Es bueno leer y no hay lectura mala. Es bueno leer en el idioma de uno y en idiomas que le sean extranjeros. Es recomendable conocer por lo menos un idioma extranjero respecto al propio. Todos son ricos, y no hay ninguno que sea más rico que otro. Todos abren los ojos sobre sí mismo y arrojan luz sobre el idioma natal de quien lo estudia, por lo tanto todos enriquecen.

Las bibliotecas personales reflejan no únicamente el gusto de su dueño sino la extensión de su locura de lector. Me refiero a que cuando un lector se aficiona de veras a un autor determinado, es capaz de tener en su biblioteca personal los libros de ese autor tanto en ediciones en idiomas que conoce como en lenguas que no conoce, en versión original tanto como en traducción o traducciones.

Hay dos clases de lectores. Por una parte, están los que son y quieren ser solamente lectores, llamémoslos puros; y por otra, los que además de lectores son o quieren ser a su vez autores o escritores, es decir, lectores impuros, por amañados. Pero tanto unos como otros son susceptibles de padecer la locura de lector. Esta locura, por cierto, tiene infinidad de modalidades, aunque el hilo conductor que comparten es solo uno, es decir, leer. Y es locura porque el que lee, vive más en los libros que en la vida. Es más, hay momentos en que uno incluso agradecería ser literalmente succionado por la lectura o por algún libro específico y no volver a salir más de entre sus tapas. La actividad de leer, que en mis primerísimos principios de lectora constituyó un terror y por lo mismo una dificultad y una resistencia, una vez vencida se convirtió, más que en un deseo, en obsesión y compulsiva necesidad. Mientras que la locura de la lectura no desconecta del todo del mundo exterior a un lector puro, a un lector impuro lo succiona al más interno de los mundos, que es el de la desconexión con el mundo exterior. Diré algo más: un alienado, que es incapaz de leer precisamente por temor a perderse en un mundo ajeno y desconocido, es menos loco que un lector impuro que lee para acabar perdiéndose precisamente en mundos que, aunque ajenos y desconocidos para otros, para él terminan en transformarse en conocidos y propios.

En mi biblioteca personal tengo de todo, decía. Incluso, libros inexistentes o libros en potencia, como los que me gustaría formar con partes de los otros. Me entretengo ideando antologías. Soy buena lectora de antologías y las recomiendo.

Por lo que hace a mí, con frecuencia me sorprendo imaginariamente sometiendo mis libros a situaciones extremas. No juego a decidir qué libro me llevaría a la isla desierta porque ya jugué, y además porque ahora imagino que la isla es la Atlántida y que el libro que me llevara a la isla y yo misma no tardaríamos en ser succionados por el mar con  todo y la Atlántida, hipotética o real. Pero en cambio, sí me pregunto con qué libros de mi biblioteca me quedaría si, por una situación imprevisible, tuviera que renunciar a la mayoría de ellos o si solo pudiera conservar una mínima parte.

Lo que en síntesis quiero decir es que preferiría no desprenderme de mi biblioteca ni de toda ella ni de ninguna de sus partes. Como se habrá deducido a lo largo de estas líneas, soy incapaz de llegar a una conclusión sensata en cuanto a cómo depurar mi biblioteca para atesorar únicamente lo esencial. La verdad, es que sucede que todos los libros que poseo, resultan fundamentales para mí, pues me declaro incompetente para desprenderme voluntaria y conscientemente de ninguno de ellos, ni siquiera de los que llego a tener por duplicado o por triplicado. Cuando alcanzo este punto de voracidad, sé que debo hacer un viraje en mi razonamiento y admitir que mi biblioteca personal, tal como es, constituye mi mayor riqueza, y que verme sin ella me despoja hasta de la más mínima seguridad que pudiera tener de mi existencia.

Podría preguntarme cuál sería mi biblioteca personal ideal, pero me temo que hacerlo equivaldría a entrar en otro callejón sin salida. Como escritora me ha formado los libros que constituyen mi biblioteca, no los que la podrían o deberían constituir. Así como no hay dos bibliotecas personales iguales, no hay dos escritores que se hubieran formado con los mismos libros, y sin embargo un lector puede admirarlos a los dos y puede asimismo aprender enormemente de ambos aun cuando ellos sean distintos en todo el uno del otro y hasta opuestos y contrastantes; un lector/escritor puede querer aprender de los dos y, con tal de que se incluya a sí mismo en la mezcla, haría bien en intentarlo. En las diferencias de lecturas se encuentran las diferencias de estilos de los escritores. Cada uno crea su mundo de expresión propia y a partir de sus propias lecturas. Cada escritor da a sus lectores sus propias lecturas asimiladas, amalgamadas, concentradas, elaboradas, transformadas.

Mi propia biblioteca personal… habla de mí. Refleja todos mis intereses e incluso me recuerda desde cuándo cada uno de esos intereses despertó en mí. Al repasar los títulos de los volúmenes que los recogen me queda claro qué temas han dado forma a mi curiosidad, y al repasar la historia de los ejemplares en sí, distingo desde cuándo me aficioné no solo a cada uno de los temas que me han llamado la atención, sino a la manera en que los he abordado, que ha sido a través de los libros y de la lectura. Quiero decir que mi biblioteca personal es mi autobiografía; los libros que la integran cuentan mi vida...

...Si el contenido de mi biblioteca habla de mí, su orden grita de mí, podría confesar.

Ignoro de cuántos volúmenes conste mi biblioteca, pero sé que sin mis libros, sin la posibilidad de releerlos, o por lo menos de ojearlos y hojearlos, de arrugarlos contra mi pecho y ponerlos bajo mi almohada, ciertamente no podría vivir.

7 comentarios:

  1. Muy cierto, así como la forma de vestir, la forma de hablar o de conducirse puede formar convicción en la gente que nos rodeo para tener una opinión de nuestra persona, creé que un dato mas relevante es el tipo de libros que forman nuestra biblioteca persona, en mi caso tengo muchísimos relacionados con mi profesión y soy muy aficionado al los cuentos de terror y literatura de los grandes clásicos. Aplicaría a los libros el principio de "como te lean, te tratan", lo que para unos es un simple libro mas, para otro es una obra de arte digna de resguardarse es la mas segura caja fuerte. No olvidemos que "el que no ha leído, no tiene derecho de hablar".

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  2. Definitivamente el tipo de lectura o literatura que manejamos nos refleja como personas. Es todo un universo el poder leer un libro y si somos privilegiados el poder leer mucho mas. Es un hábito difícil de adquirir, pero una ves que lo tienes no lo puedes dejar, te abstraes del mundo exterior con tal de devorar esas páginas, no quieres comer ni dormir por que no puedes apartarte de esas hojas.El poder tener en tu poder algunos títulos y tener la opción de elegir cuál vas a leer es padre.
    A pesar de los avances tecnológicos y que puedes tener en un dipositivo móvil el cotenido de un libro, nada se compara con poder pasar las hojas y percibir ese olor que sólo despide un libro que ya no es tan nuevo.
    La lectura te da conocimiento, despierta tu imaginación y te lleva a otras realidades. Inculquemos en los más pequeños el gusto por los libros.

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  3. No estamos acostumbrados a leer, nuestra biblioteca personal, en general en nuestro país, es muy poca y por eso denotamos poca cultura, es cierto que ha habido grandes pensadores, escritores y lectores en nuestro país, pero el gusto por la lectura es algo que no nos han inculcado desde pequeños.
    En lo personal, cuando un libro me gusta, se convierte en parte de mi vida, me envuelve y me traslada a un mundo paralelo al mio, el cual vivo y revivo cada vez que lo leo o lo releo, sentimiento que espero en algún momento transmitir, cuando me toque hacerlo.

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  4. Me gusto mucho esto fragmento, la lectura refleja lo que somos, lo que queremos y lo que buscamos entre muchas otras cosas. Bien es cierto que nunca van a existir dos bibliotecas iguales así como personas, el mundo de los libros es muy grande, son nuestros y se les quiere de una forma especial, perder uno u olvidarlo duele como si lo hicieran a uno mismo.

    Los libros tienen vida y forman nuestra vida

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  5. Jacob Sánchez5/11/11 9:53 a. m.

    En cada párrafo de cualquier libro, existe un mundo diferente, es decir cada biblioteca tendrá diferente significado o será interpretada en función del lector. Eso es justamente lo maravilloso de la lectura, el límite del libro es tu imaginación.

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  6. Todos deberíamos tener bibliotecas personales extensas que nos permitan entablar verdaderas conversasiones y criterios, porque eso es lo quehacen los libros. La lectura debería ser una costumbre que todos deberíamos tener, pues con la lectura encuentras otros mundos que desconoces, otras ideas, otra cultura, otra forma de ver la vida.

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  7. El comprar libros y hacer tu biblioteca es una gran inversión, formando un tesoro, ya que los libros enriquecen el conocimiento de todos!!

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