12/11/11

La belleza está en la calle


El pesimismo se adueña de nosotros; parecemos aceptar el fin de la historia, donde un feroz capitalismo y una deshumanizada globalización constituyen nuestro destino y fin.

Necesitamos nuevas utopías que nos inviten a soñar en un mejor mundo, un reencarnado Marx para el siglo XXI que nos enseñe otros senderos que impidan el conformismo y la inmolación.

Debemos recordar el espíritu del año 1968 que unió a los iconoclastas contra la nomenklatura que repetía una y otra vez que el mundo no se puede cambiar. Por ello, no olvidemos la propia dinámica del sistema que, con su constante cambio en las relaciones sociales, obliga a la gente a rebelarse contra él. Hoy, como en el 68, los muros cierran la calle, pero abren el camino. El futuro del planeta está en manos de nosotros, los (des)esperanzados.