I. Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo ...».
II. Se llaman clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.
III. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria, mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.
IV. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.
V. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.
VI. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
VII. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más fácilmente, en el lenguaje o en las costumbres).
VIII. Un clásico es una obra que suscita una incesante pelusilla de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.
IX. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.
X. Llámese clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.
XI. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.
XII. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquel, reconoce en seguida su lugar en la genealogía.
XIII. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.
XIV. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.